Las/os casi 40 docentes jubiladas/os que se congregaron en el dia de ayer en la Biblioteca Popular Sarmiento a compartir un té y festejar su día, se sintieron por un momento casi como sus alumnos de otrora: informales, descontracturados, felices.
Fue lo más parecido a un recreo en la escuela primaria. El bullicio, los diálogos seguidos de carcajadas y la complicidad de amigos dominaban la escena. Nadie se animaba a llamar al orden con un grito destemplado de: ¡Chicos, por favor!.
Pero después ellas mismas se dieron cuenta de que había llegado la hora de iniciar el acto y se entregaron a la formalidad de la ocasión.
La formalidad apenas si duró un suspiro: fue cuando el intendente Gabriel Frizza los invitó a realizar la ofrenda floral de rigor en honor el gran Domingo Faustino Sarmiento y les agradeció personalmente “todo lo que han hecho por la educación en la ciudad”.
Fue un breve intérvalo. Después, la hora del té se convirtió en el momento oportuno para retomar el diálogo y repasar anéctodas.
Varias de ellas admitieron que quizás era esta la única oportunidad en que volvían a verse las caras en el año. Y estaban dispuestas a disfrutarlo. Al fin y al cabo, la convocatoria lanzada por la Municipalidad era sólo eso: una excusa para el reencuentro fraternal entre quienes educaron a varias generaciones de jesusmarienses.
Pero después ellas mismas se dieron cuenta de que había llegado la hora de iniciar el acto y se entregaron a la formalidad de la ocasión.
La formalidad apenas si duró un suspiro: fue cuando el intendente Gabriel Frizza los invitó a realizar la ofrenda floral de rigor en honor el gran Domingo Faustino Sarmiento y les agradeció personalmente “todo lo que han hecho por la educación en la ciudad”.
Fue un breve intérvalo. Después, la hora del té se convirtió en el momento oportuno para retomar el diálogo y repasar anéctodas.
Varias de ellas admitieron que quizás era esta la única oportunidad en que volvían a verse las caras en el año. Y estaban dispuestas a disfrutarlo. Al fin y al cabo, la convocatoria lanzada por la Municipalidad era sólo eso: una excusa para el reencuentro fraternal entre quienes educaron a varias generaciones de jesusmarienses.
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